"Rudy Rucker - Soft death" - читать интересную книгу автора (Rucker Rudy)

—Esta es una historia que ya he oído antes, Doug. Y así fuera la última. Y, si no estoy equivocada, ya
me ha hablado acerca de la primera vez que se acostó con Abby.

—Estás en lo cierto —dijo Leckesh, sintiendo un ligero remordimiento. Hablando sobre su vida lo había
obligado a recordar cuanto de lo que era se lo debía a Abby. Y ahora, durante dos semanas, había
estado demasiado ocupado con la caja-vital como para prestarle atención a ella.

—Abby. Verano. Maine. El 4 de julio. Fuegos artificiales. Latas. Ananá. Tía Rose. Rosas. Abby. Piel.
Miel. Hexágonos... Pienso que es suficiente como para concluir. ¿Por qué no me lleva de nuevo a la
oficina de Lo. Le informaré a ella con qué contamos.

Leckesh saludó con la cabeza a Yung y regresó caminando al Edificio Bertroy. Era un bello día de
primavera, con el infinito cielo azul saltando los espacios entre los edificios de la gran ciudad. Seis
matices de azul, si mirabas con cuidado. No había sido muy hábil al hablar de colores con la caja-vital.

Lo era pura sonrisas.

—Usted ha hecho un gran trabajo con la caja-vital, señor Leckesh. Este fue uno de los pasos más
importantes. Ahora, lo que hace el programa de la caja-vital es acomodar unos diez mil conceptos clave
en una especie de diagrama árbol. El paso siguiente es correlacionar esta red conceptual con la actividad
metabólica de su cerebro. Por favor, acompáñeme.

Leckesh siguió a Lo a través de la sala de computadora hasta los ascensores. Subieron hasta la oficina
del neurólogo, ubicada en el último piso. La vista era hermosa desde la mitad superior de las ventanas; la
mitad inferior era de vidrio opaco. El neurólogo y sus enfermeras eran, por supuesto, coreanos.
Trabajaron rápido, inyectándole a Leckesh alguna sustancia, acostándolo sobre una mesa y ubicando su
cabeza dentro de un gran artefacto sensor con forma de cúpula.

—Este es un scanner PET, señor Leckesh —explicó el médico—. Nosotros deseamos aprender con
exactitud qué partes de su cerebro reaccionan a los conceptos clave de su historia personal. —La
inyección hizo que Leckesh se sintiera al mismo tiempo aturdido y animado. No se podía mover, pero su
mente iba a toda velocidad. El scanner PET se parecía a una caverna, una puerta abierta al mundo
subterráneo. El médico ubicó la caja-vital sobre el pecho de Leckesh y la caja inició una agotadora
carrera.

—Máquina. TV. Aspiradora. Bugs Bunny. Descortesía. Diente. Perros. —Después de cada palabra o
frase, el scanner PET producía un click. El proceso llevó toda la tarde—...Ananá. Latas. Fuegos
artificiales. El 4 de julio. Maine. Verano. Abby. —Finalmente terminó. El médico inyectó un antídoto; el
cuerpo de Leckesh se aceleró y la mente se desaceleró. Lo llevó de nuevo a su cubículo de la planta
baja. La larga prueba vespertina lo había dejado tan débil que su paso terminó siendo penoso.

—Bien, señor Leckesh, esto es todo... hasta el final. Hemos obtenido los mapas físico, químico y
eléctrico al fin.

—¿Al fin? ¿Después muero?

Lo lucía un tanto incómoda.

—Aquí es donde aparece el albergue. No podemos correr el riesgo de que su cerebro degenere antes
de que lo analicemos. Para que en las pruebas eléctricas el cerebro dé lecturas dignas de confianza debe