"Rudy Rucker - Soft death" - читать интересную книгу автора (Rucker Rudy)

Para su disgusto, Abby recibió las noticias de su muerte inminente con algo que él interpretó como
entusiasmo. Ella creía en espíritus y médiums y estaba segura de que Leckesh se pondría en contacto
con ella más allá de la tumba.

—No te deprimas, Doug. Sólo te estarás moviendo por un plano superior de existencia. Permanecerás
aquí conmigo, convertido en un querido espíritu familiar.
—Estás hablando de un hecho peor que la muerte —estalló Leckesh—. No quiero flotar por ahí
observando como gastas mi dinero con tus novios. —Él sospechaba desde hacía varios años que ella le
era infiel.

—Llevaré luto completo durante seis meses —parloteó Abby, ignorando su acusación—. Saldré de
compras y conseguiré ropa negra hoy mismo. Y tenemos a Irwin Garden para tomar el té. Es el joven
médium más importante del país. Conocerás sus vibraciones cuando el se ponga en contacto contigo
desde el otro lado.

Leckesh ni se dignó a contestarle. Abby salió a buscar su ropa de luto y al señor Garden, mientras el
robomat le hacía una chuleta de ternera para el almuerzo. La comida le aclaró por completo la cabeza, y
sacó la tarjeta que el barman coreano... Yung... le había dado.



SOFT DEAD, INC.

Preservación y Transmisión Científica del Alma

Absoluta Reserva

Llame hoy mismo para obtener más información

Lo Park

B-1001 Edificio Bertroy 840-0190



Leckesh estudió la tarjeta un momento, y tomó una decisión. Que se fuera al infierno si iba a permitir que
uno los falsos médiums de Abby se arrogara el mérito de haber hablado con su espíritu. Si hubiera algo
cierto en eso de la «preservación científica del alma», tendría la posibilidad de arruinarle la fiesta a los
charlatanes. Tomó el teléfono y discó el número de Soft Death.

—Hola, habla Lo Park. —El acento era tan puro de New Jersey como el de Yung, aunque con un
melódico toque oriental.

—Hola, habla Doug Leckesh. Un hombre al que su hermano, creo, le dio una tarjeta con su nombre.
¿Corporación Soft Death?

—Oh sí, Yung me comentó. No creo que sea algo para hablar por teléfono. ¿Puede venir a verme
mañana por la mañana, señor Leckesh?

—¿Está bien a las diez?