"Rudy Rucker - Soft death" - читать интересную книгу автора (Rucker Rudy)


—Será perfecto.

Sintiéndose extrañamente aliviado, Leckesh se estiró en el sofá y se durmió. Soñó con colores, nubes de
color en torno a una larga línea de definidos tonos musicales; tonos binarios cantados por la voz musical
de Lo Park. Cuando se levantó la tarde moría, y Abby estaba sentada en la sala tomando el té con un
joven calvo de anteojos.

—Este es el señor Garden, Doug. Él es el médium del que te hablé.

Garden sonrió tímidamente y estrechó la mano de Leckesh.
—Siento haber oído que está enfermo, Douglas. —Tenía ojos agradables y labios grandes y
húmedos—. Tiene unas muy interesantes vibraciones.

—Usted también —dijo Leckesh secamente. La idea de Garden solo con Abby en la sala en penumbras
lo enfermaba—. Tiene las vibraciones de una ambulancia persiguiendo a un abogado, mezcladas con el
aura de un Casanova de veinticinco centavos y las emanaciones de un vendedor de aceite de serpiente.
Fuera de mi departamento.

Garden se inclinó levemente y salió. Abby estaba muy enojada.

—Es desconsiderado de tu parte, Doug, actuar de este modo. Pronto estarás muerto. Pero yo me
quedaré sola, sin nadie que me cuide. —Las lágrimas rodaron por sus grandes mejillas—. Irwin Garden
sólo quería ayudarme a contactar tu espíritu.

—Deja que yo me preocupe por mi espíritu, Abby. ¿Puedes ver que Garden desea estafarme y
seducirte? No quiero chacales husmeando en torno a mi lecho de muerte. Deseo pasar por esto en paz.
¡Lo mismo de siempre! —El hígado le dolía enormemente.

Abby gimoteó sonoramente. El hecho era que ella sentía devoción por Leckesh. Todo su parloteo sobre
médiums y ropa de luto era sólo un modo de evitar los pensamientos referidos a su muerte. Tras unos
pocos minutos ella consiguió calmarse y besó a Leckesh en la frente.

—Por supuesto, Doug. Haré lo que desees. No volveré a ver al señor Garden. —En su estado de
amargura, Leckesh estaba convencido de que Abby mentía. Nunca la había sorprendido, pero estaba
seguro de que tenía novios. ¿Por qué no habría de tenerlos? Él se sentía un artista en la época en que la
cortejaba, pero desde entonces se había metido en la Bolsa. ¿Abby podía seguir amándolo? Bien, esa
no era la cuestión importante en ese momento. El largo juego estaba próximo a terminar. Y si había algo
que obtener de esa gente de Soft Death, Leckesh estaba al borde de una forma de existencia
completamente nueva.



A la mañana siguiente se hallaba ante el Edificio Bertroy. La oficina de Lo Park estaba en la planta baja;
era uno de los innumerables pequeños cubículos ubicados a lo largo de una de las paredes del recinto;
apenas un escritorio y una terminal. Aparentemente Lo Park trabajaba allí como programadora. No
había ninguna señal de «Soft Death» en la delgada puerta de su oficina. Leckesh se preguntó si se
perjudicaría entrando allí, pero el recuerdo de los que merodeaban a Abby y sus manipulaciones
ocultistas lo impulsaron a entrar.