"Tala" - читать интересную книгу автора (Mistral Gabriela)NOCTURNO DE LA DERROTA [3] Yo no he sido tu Pablo absoluto que creyó para nunca descreer, una brasa violenta tendida de la frente con rayo a los pies. Bien le quise el tremendo destino, pero no merecí su rojez. Brasa breve he llevado en la mano, llama corta ha lamido mi piel. Yo no supe, abatida del rayo, como el pino de gomas arder. Viento tuyo no vino a ayudarme y blanqueo antes de perecer. Caridad no más ancha que rosa me ha costado jadeo que ves. Mi perdón es sombría jornada en que miro diez soles caer; mi esperanza es muñón de mí misma que volteo y que ya es rigidez. Yo no he sido tu Santo Francisco con su cuerpo en un arco de “amén”, sostenido entre el cielo y la tierra cual la cresta del amanecer, escalera de limo por donde ciervo y tórtola oíste otra vez. Esta tierra de muchas criaturas me ha llamado y me quiso tener; me tocó cual la madre a su entraña; me le di, por mujer y por fiel. ¡Me metió sobre el pecho de fuego, me aventó como cobra su piel! Yo no he sido tu fuerte, Vicente, confesor de galera soez, besador de la carne perdida, con sus llantos siguiéndole en grey, aunque le amo más fuerte que mi alma y en su pecho he tenido sostén. Mis sentidos malvados no curan una llaga sin se estremecer; mi piedad ha volteado la cara cuando Lázaro ya es fetidez, y mis manos vendaron tanteando incapaces de amar cuando ven. Y ni alcanzo al segundo Francisco [4] con su rostro en el atardecer, tan sereno de haber escuchado todo mal con su oreja de Abel, ¡corazón desde aquí columpiado en los coros de Melquisedec! Yo nací de una carne tajada en el seco riñón de Israel, Macabea que da Macabeos, miel de avispa que pasa a hidromiel, y he cantado cosiendo mis cerros por cogerte en el grito los pies [5]. Te levanto pregón de vencida, con vergüenza de hacer descender tu semblante a este campo de muerte y tu mano a mi gran desnudez. Tú, que losa de tumba rompiste como el brote que rompe su nuez, ten piedad del que no resucita ya contigo y se va a deshacer, con el liquen quemado en sus sales, con genciana quemada en su hiel, con las cosas que a Cristo no tienen y de Cristo no baña la ley. Cielos morados, avergonzados de mi derrota. Capitán vivo y envilecido, nuca pisada, ceño pisado de mi derrota. Cuerno cascado de ciervo noble de mi derrota! |
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