"Verdad Fria" - читать интересную книгу автора (Stewart Mariah)9Rick Cisco no está seguro de lo que esperaba encontrar cuando llegó al Departamento de Policía de Bowers Inlet, pero no era la bienvenida que le habían dado. Café fresco, bollos dulces frescos, y un cálido apretón de manos del Jefe Denver lo había hecho sentir como si hubiese entrado en la Dimensión Desconocida. Se preguntó si pasaba alguna otra cosa en Bowers Inlet que no le habían dicho. [6]Como seres que viven en vainas y toman las identidades de los lugareños. No podía recordar haber sido recibido jamás tan amablemente por una agencia local. Por lo general, su entrada en un caso llegaba por medio de algunas presiones y empellones y era acompañado de quejas y miradas asesinas. Nadie quería que el FBI participara en sus casos. Se sentó en la silla ofrecida por el jefe, y esperó que el otro zapato se dejara caer. Unos minutos más tarde, se produjo un golpe en la puerta, y él se giró para ver una esbelta mujer con el pelo color canela a la altura del mentón e inquietos ojos de policía. Ella vestía vaqueros y una camiseta blanca con las mangas enrolladas, y él sospechó que ella podría ser el otro zapato. El Jefe Denver hizo las presentaciones. – Detective Cassandra Burke, conozca al agente especial Eric Cisco. El Agente Cisco va a trabajar con usted en los últimos homicidios. – Estupendo. -Ella le sonrió. – Es Rick, -le dijo, preguntándose si la sonrisa era para su beneficio o el del jefe. Calculó que lo averiguaría bastante pronto. – Cass, -respondió, la sonrisa todavía en su lugar-. Ojala que dos cabezas sean mejor que una. – El Jefe Denver acaba de decirme que ha recuperado muy poca evidencia Ella asintió, todo trabajo ahora, la sonrisa era historia. – Es un pequeño bastardo astuto. Sabe lo que hace, no cabe duda. Nos figuramos que observa a sus víctimas unos cuantos días antes de atacarlas; siempre parece saber cuándo su objetivo será más vulnerable. Está escogiendo a mujeres que tienen un patrón de estar fuera por la noche. Él sabe exactamente dónde estará, y en qué momento. – Él atrapó a una mujer justo fuera de su propio camino de entrada, -intervino Denver-. Ella trabajaba por turnos en un lugar de comida rápida y al parecer fue recogida aparentemente no bien llegó a casa. Un compañero de trabajo la dejó frente a ella, pero ella nunca llegó a entrar. – ¿Usted comprobó al compañero de trabajo? – Una chica de dieciocho años que llegó a casa a los diez minutos de dejar a la víctima, -dijo Cass. – ¿Nadie escuchó nada, o vio algo? -Preguntó Rick. – Nadie se presentó si lo hizo, -Cass le dijo-, y tan asustada está como todo el mundo ahora mismo, que tiendo a pensar que si alguien tiene información, lo sabríamos. Rick se volvió al jefe. – Asumo que tiene más hombres en la calle por la noche. – Tengo todos mis coches en la calle, veinticuatro horas al día. Pero sólo tengo algunos oficiales, Agente Cisco, -explicó Denver-. Estamos trabajando día y noche en este caso, pero él sencillamente no nos ha dado mucho con que trabajar. – ¿Le gustaría revisar los archivos? -Cass preguntó. – Sí, gracias. Eso es un buen lugar para comenzar. – Detective, ¿le muestra al Agente Cisco donde puede colgar su sombrero mientras está aquí? -el Jefe Denver empujó su silla hacia atrás y se puso de pie. – Claro. -Cass se puso de pie también-. Si terminamos aquí, podemos empezar ahora mismo. – Grandioso. -Rick tomó la mano que el jefe le extendió-. Gracias. No siempre recibo una agradable acogida. – Las mujeres se están muriendo en mi ciudad, Agente Cisco. Quiero que se detenga. Aceptaré cualquier ayuda que pueda obtener, dondequiera que pueda adquirirla. Quiero que este bastardo atrapado. – Haré todo lo posible. -Rick asintió y siguió a Cass fuera del cuarto. Ella lo condujo pasillo abajo y entró una pequeña habitación que estaba llena con dos escritorios de madera vieja, uno de los cuales parecía desnudo salvo el teléfono, una libreta amarilla jurídica, y una solitaria pluma. Ella se detuvo junto al otro escritorio, que estaba hasta los topes con archivos y documentos. – Necesitará una silla, -murmuró, sobre todo a ella misma, entonces volvió a salir por la puerta. Momentos después regresó, haciendo rodar una vieja de cuero en unas ruedas inestables. – Lo siento, -le dijo-, pero fue todo lo que pude encontrar. Si se tambalea demasiado, podemos cambiar. No me molesta. – Estará bien. -Él hizo rodar la silla detrás del escritorio y se sentó en ella. – ¿Por dónde quisiera empezar? – Con la primera víctima. – Bien. -Cass revolvió en varios archivos-. Linda Roman fue nuestra primera victima. Aquí está lo fundamental. Le entregó una copia del informe que ella misma había presentado. Él lo repasó rápidamente. – A principios de los treinta… casada… un niño. No se le conoce enemigos, nadie acechándola… -Pasó a la segunda página-. Encontrada cerca de un riachuelo, al parecer pocas horas después de haber sido asesinada… – Aquí están las fotos de la escena. Rick puso el informe a un lado del escritorio y recogió la foto de arriba. – Se ve como si hubiese sido colocada, -señaló-. Esta no es una posición natural, los brazos sobre la cabeza justo así. Las piernas dobladas en ese ángulo. Cass le entregó otro montón de imágenes. – Víctima número dos. Lisa Montour. Él la estudió por un momento, luego dijo: – La misma edad, mismo pelo. La misma postura. Él la miró. – ¿Número tres? – Toni DeMarco. -Ella deslizó un paquete de fotos de la escena del crimen a través del escritorio, luego un segundo-. Y esta es Yvonne Hunt, la número cuatro. – Tan parecidas que podrían superponerse la una a la otra, -murmuró-. Él está reviviendo algo. Recreando una escena. La mujer incluso se ve igual. Misma edad, mismo tipo de cuerpo. Y todo ese pelo oscuro. Note cómo en cada imagen el cabello está expuesto en abanico… – Lo observamos, Agente Cisco. -Hubo un poco de almidón en su voz ahora, como si la hubiera ofendido. Se preguntó si ella había estado esperando sentirse ofendida. Bueno, él había estado esperando eso, que un poco del resentimiento, emergiera finalmente. Iba a cortarlo de raíz en ese momento. – Estoy seguro de que lo hizo. Y es Rick. Si vamos a estar trabajando juntos, mantengámoslo informal, ¿está bien? – Seguro, -contestó ella secamente. – Mira, vamos a dejarlo claro. No estoy aquí para quitarte tu caso, ni para tratar de hacértelo pasar mal, ni para quitarte el protagonismo. Fui asignado a venir aquí y echar una mano. Y eso es lo que me propongo hacer. – ¿No te consideras en el papel principal, ahora que estás aquí? ¿No sientes la necesidad de estar a cargo? – No. Hasta que me digan otra cosa, nos considero iguales. Compañeros. Pero ya que has estado en este caso desde el primer día, estoy dispuesto a seguir tu ejemplo. ¿De acuerdo? Ella lo estudió con ojos marrones que eran casi demasiado grandes para su cara. – De acuerdo. Bien. Aceptaré tu palabra. -Ella se sentó en su silla, una sonrisa sardónica tiró una esquina de su boca-. No es que haga ninguna diferencia. – Lo hace, Cass. Sé que la Agencia tiene la reputación de a veces entrar y ser agresivos con los locales. Yo no funciono de esa manera. Mi unidad no funciona de esa manera. Ayudaré tanto como pueda, y haré todo lo que pueda para trabajar contigo. Tenemos recursos que no tienes y usaremos tanto como necesitemos o todos ellos, sin importar lo que se necesite para realizar el trabajo. Pero no me apoderaré de tu caso y no trataré de joderte para tener la gloria cuando atrapemos a este tipo. -Rick se recostó y estudió su rostro-. Y lo conseguiremos, tú y yo. – Espero que tengas razón. -Le devolvió su mirada un largo momento, luego dijo-: Bueno, ahora que hemos sacado toda la mierda territorial obligatoria del camino, volvamos a trabajar. – Volviendo a nuestras víctimas, entonces. Sólo dame uno o dos minutos para leer el informe del forense… -Examinó la información. Dio vuelta las páginas con tanta rapidez, que se preguntó si realmente había leído alguna de ella. – Los informes de la autopsia revelan todos los clásicos signos de asfixia. Petequia en los ojos, roto el hueso hioides en la garganta… y, por supuesto, los reveladores moretones alrededor del cuello. -Él ubicó las fotos de las cuatro víctimas una al lado de la otra en el centro del escritorio-. ¿Alguna otra lesión? – Lisa Montour tenía roto el dedo índice de su mano derecha. Aparte de hematomas vaginales, y signos de la violación, no había otras lesiones. -Ella reposó sus codos sobre su escritorio-. Y no, nada de semen, debe haber utilizado un condón cada vez. No hay marcas de mordedura, ni saliva, ni nada. Estamos tratando de ver si las huellas pueden ser levantadas de la piel de las víctimas, pero aún estamos esperando. – ¿Ningún otro rastro? – Algunas fibras en la ropa de cada una, algunas fibras de alfombra gris, probablemente desde el maletero del coche en que las transportó, pero es tan genérico que no es de ninguna ayuda. Sabemos que fue de un vehículo GMC fabricado entre 1998 y 2003, pero no lo han estrechado más puntualmente que eso. – ¿Tu persona del laboratorio es buena? – Es muy buena. Podemos reunirnos con ella el lunes, si lo deseas. – Perfecto. -Él echó un vistazo al informe de laboratorio otra vez-. ¿Qué es ese rastro encontrado en el pelo de las tres primeras víctimas? – ¿Los hilos? No estamos seguros. Eso es algo que le preguntaremos a Tasha el lunes. Ella estaba tratando de analizarlo, pero con el hallazgo de otro cuerpo, tuvo que dejar de lado las fibras. – Me interesaría ver de qué se trata. -Metió los archivos que ella había hecho para él en su maletín-. Me gustaría ver la escena del crimen, si pudiera. Me doy cuenta de que es fin de semana, si tienes otros planes sólo dímelo… – No. No tengo planes. No me importa. Además, siempre es bueno recorrer una escena del crimen después de los hechos. A veces ves cosas que podrías haber perdido la primera vez. Era casi la una de la tarde cuando Cass se desvió al costado de la bahía de Lane y aparcó su coche. Ellos ya habían caminado por los pantanos donde el cuerpo de Linda Roman había sido encontrado, estado en el callejón donde Lisa Montour había sido abandonada, y visitado el solitario tramo de playa donde Toni DeMarco había sido descubierta. – Aquí es donde fue hallada la última víctima, -dijo Rick mientras salía del coche-. Ya hemos fotografiado todo, así que no tienes que mirar por donde caminas. Rick abrió la puerta y salió hacia la suave arena del arcén. – Probablemente conseguiste algunas buenas impresiones por aquí, con lo suave que es la arena, -comentó. – No tan buenas como podrías pensar. Es suave ahora, ya que llovió ayer por la mañana y ha estado nublado desde entonces. El día que la encontraron, estaba la arena compactada. Él la siguió por el costado de la carretera. – Este camino no parece ser muy transitado. ¿Hay más tráfico por aquí durante la semana? – Para nada. Conduce a los restos de un antiguo faro. Casi nadie viene por aquí ya. Es posible ver a algunas personas sacando cangrejos por el muro, pero no por la noche. El muelle fue desmontado unos cuantos años atrás… estaba tan deteriorado, que era un peligro en potencia. No hay casas por aquí, es demasiado pantanoso para construir. No es una playa agradable, el agua llega hasta el pantano por aquí. Por lo tanto, no hay muchos motivos para estar aquí, especialmente por la noche. -Se detuvo y señaló el suelo-. Aquí es donde la encontramos. Viste las fotos, sabes que fue plantada al aire libre. Rick contempló el lugar donde el cuerpo de Yvonne Hunt había sido encontrado. – Le habría tomado unos minutos haber conseguido justo esa pose, ¿no te parece? -Preguntó-. Debe haberse sentido bastante seguro de que nadie vendría mientras lo estaba haciendo. – Piensas que debe ser local. – ¿Un extraño sabría que este es un camino que no va a ninguna parte? ¿Alguien desconocedor de la zona correría el riesgo de ser visto por tomarse el tiempo que habría necesitado para ponerla de la forma en que lo hizo? – Me lo pregunté, también. De hecho, se lo mencioné al jefe. Pero antes de empezar a pensar que esto estrecha el campo, debes saber un par de cosas. En primer lugar, durante la temporada, nuestra población aumenta en gran medida. Recuerda que somos una ciudad costera. Recibimos una gran cantidad de inquilinos a partir del fin de semana del [7]Día de los Caídos. Los inquilinos y los veraneantes bajan en junio y permanecen exactamente hasta septiembre. Y ten en cuenta, que un montón de gente ha alquilado aquí durante años. Añade a todo eso el hecho de que hay una gran reunión de la escuela secundaria la próxima semana, y tienes a muchas personas que conocen muy bien las pautas de tráfico. – ¿Qué reunión anual es? -Preguntó. – De todos los cursos. Acaban de construir un nuevo instituto, y demolieron el antigua. Así que tenemos gente que viene de clases desde la década del 1930 pasando hasta la última clase del año. – Fenomenal, -masculló-. No hay mucha posibilidad de reducirla, ¿cierto? – Podemos tal vez eliminar ciertos años. Quiero decir, dudo que nadie más allá de la edad de, digamos, sesenta y cinco o algo así habría sido lo suficientemente fuerte como para dominar a nuestra última víctima. Ella había estado tomando lecciones de karate cerca de cuatro meses, por lo que tenía algunas capacidades básicas en autodefensa. Alguien demasiado viejo la habría tenido difícil con ella. Yo habría esperado ver más heridas defensivas en ella. Como sabes, no había ninguna. – Quizás deberíamos hacer venir a uno de nuestros perfiladores, lograr entender un poco a este tipo, conseguir algunas ideas en cuanto a por qué él hace lo que hace. Cass se encogió de hombros. – Por mí bien. – Llamaré y veré qué podemos arreglar. Quizás podemos traer a alguien aquí a principios de la semana. Esperemos que para entonces sepamos que es el rastro de fibra, los hilos encontrados en el pelo de la victimas. – ¿Piensas que podría ser importante para el perfil? – Creo que sea lo que sea, forma parte de lo que necesita hacer para que esto funcione para él. – Su firma. – Sí. Creo que sea lo que sea, tiene que ver con su firma. – ¿Quieres mirar alrededor un poco más? -Ella gesticuló imprecisamente. – ¿Qué hay detrás de este camino? -Rick ladeó su cabeza hacia la derecha. – Es un refugio de aves. Rick apartó los juncos que crecían cerca a la carretera y se internó más lejos en el pantano. Cass apoyó la espalda contra el coche, esperando que regresara. Hacia dos días había caminado toda la longitud de la valla que cercaba el refugio de aves. Sabía que él no encontraría nada de interés allí. – ¿Algún otro camino? -Preguntó mientras caminaba hacia ella. – Existe un camino de tierra casi a una media milla hacia la carretera. Serpentea por el pantano, una especie de curva, y luego surge de nuevo en el lado opuesto. – ¿Cuál es la principal atracción? – ¿En el santuario? -Ella lo pensó, luego respondió-: Supongo que los miradores son muy populares durante la época de migración… justo estamos llegando al final de uno de ellos. El grueso de las migraciones de aves -a mediados o finales de abril hasta mediados de junio-, luego de nuevo al comienzo del otoño. Se espera una gran cantidad de aves el día de Año Nuevo cada año. Y hay una cabina donde se pueden comprar libros de aves, silbato de aves, ese tipo de cosas. Puedes viajar en tu coche, seguir la curva, o puedes parar en los puestos de observación. Hay varios de ellos. Lugares donde puedes salir de tu coche y caminar por una especie de tablado de madera hasta el pantano. – Suena como si lo conocieras bien. – Mi madre era parte del grupo que presentó una solicitud al estado para establecer el santuario. Era su lugar favorito. Pasó mucho de su tiempo libre, formando guías, recorriendo a pie los pantanos en busca de pájaros heridos, rastreando aves raras y fotografiándolas. Incluso trabajó en la tienda de regalos cuando estaban faltos de personal, aunque ella prefería más estar fuera. – Ella suena bastante a una chica de la naturaleza. – Sí, lo era. – ¿Era? – Murió cuando tenía seis años. – Lo siento. – También yo. ¿Hay algo más que quieras ver? Rick miró alrededor, y su mirada regresó al refugio de aves. – Creo que me gustaría conducir por ese bucle en el camino de vuelta, si te sobran unos pocos minutos más. – Claro. Cass entró en el coche y lo arrancó, esperando mientras Rick se abrochaba su cinturón de seguridad antes de hacer una vuelta en u en medio de la carretera. Condujo la media milla, luego tomó a la derecha en un camino de tierra con surcos. – Sería bonito si el condado o el estado pudieran persuadirse a pavimentarlo uno de estos días, -dijo cuando se detuvo delante de la larga puerta de madera que se extendía a través del camino. – ¿Está cerrada con llave? -Preguntó Rick. – No, estoy segura de que sólo está cerrada. Mucha gente viene aquí. Se puede ver por las marcas de neumáticos que hay una gran actividad en los últimos días desde que llovió. Rick salió del coche y caminó hacia la puerta. La levantó y la movió a un lado. Cass arrancó el coche y él volvió a entrar. Manejó en silencio durante unos minutos, por el camino sinuoso lentamente, dividiendo el área preservada en dos, las salinas a un lado y la tierra más firme del pantano al otro. – Ahí hay uno de los miradores. -Señaló una estructura de madera asentada rodeada de altos juncos y totora-. Se encuentran por todo el pantano, por lo que si son las aves de pantano las que te interesa, podrías pasar algún tiempo allí. Señaló varios miradores más a lo largo del camino. – Ese fue llamado por mi madre, -le dijo cuando se detuvo en la parte superior del bucle-. Mira hacia la bahía. Una vez durante las migraciones en primavera, -cuando las aves vuelan desde Sudamérica hasta el Ártico- me llevó con ella para ver a las aves engullir los huevos de cangrejo herradura en la playa allí. No es tan dramático como lo es en la bahía de Delaware, pero es ciertamente algo que ver. Al menos a la edad de seis años. Todas estas aves bajando en picado, gritando y riñendo… Se sentó en silencio por un momento, luego siguió conduciendo, pero no antes de que él viera el letrero al lado de la carretera. – ¿Viste suficiente?, -Preguntó. Él asintió. – Creo que sí. Ella aceleró, dirigiéndose a la salida, luego se detuvo para saludar con la mano a un coche entrante, a continuación, condujo hacia la puerta. El conductor del otro automóvil redujo la marcha hasta detenerse cuando Cass pasó, mirando en su espejo retrovisor por detrás de las gafas oscuras, mientras ella sorteaba el camino de tierra lleno de baches. Ella no tenía forma de saber que él se sentaría y miraría fijamente detrás de ella hasta que su coche hacia mucho que había desaparecido. |
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