"Rudy Rucker - Soft death" - читать интересную книгу автора (Rucker Rudy)

Leckesh se estremeció. Probablemente era un fraude. Pero, ¿qué diferencia suponía? Si Soft Death no
se quedaba con sus millones, Abby lo repartiría entre los Gardens de todo el mundo. Podía sentir el
cáncer en lo profundo de sus entrañas; podía sentir el crecimiento del dolor.

—Firmaré.

Lo pulsó un zumbador y un hombre vino como testigo y legalizó el documento. Otro coreano de cabellos
azules. A Leckesh le hacían acordar a los Pitufos.

—¿Su hermano, también? —preguntó Leckesh con una sonrisita. Haberse desprendido de su dinero lo
hacía sentir bien. ¿Cómo era aquella antigua historia bíblica acerca de un rico tratando de pasar a través
del ojo de una aguja?

—No —dijo Lo—. Un primo. —Observó el documento posado sobre su escritorio—. Y ahora tendrá
su prueba de cómo trabajan nuestros procesos. ¿Recuerda a William Kaley?

—¿Bill Kaley? Sí, lo conocí bastante bien. Hicimos negocios juntos. Murió el último otoño, creo. Fue
uno de los hombres más materialistas que conocí. Usted me está diciendo...
—Aquí —dijo Lo marcando un código en su teléfono y entregándole el receptor a Leckesh—. Puede
hablar con él.

Al principio Leckesh oyó solo pips blips, pero luego hubo un timbrazo, y una voz.

—¿Hola? Aquí Kaley.

—¿Bill? Soy Doug Leckesh. ¿Sabes la fecha?

—Hoy es 31 de marzo, Doug. ¿También estás muerto?

—Condenadamente cerca. ¿Estás realmente dentro de esa computadora?

—Seguro. No está mal. Llega muchísima información. Manejo muchas de las inversiones que le cedí a
Soft Death, lo cual me mantiene ocupado. Hay una buena banda de gente por este lado.

—¿Alguna vista?

—No hay nada de eso, Dougie. Pero te sorprenderías de la cantidad de cosas que pueden ser divertidas
aunque vienen en bits. ¿Cuándo vendrás por aquí? Añoro alguna voz nueva, si debo decirte la verdad.
—Sonaba casi ingenioso—. Pero diablos, es impactante estar muerto. ¿Cuándo vienes?

—Aún no lo hemos resuelto. —¿Era real? Leckesh hizo una pausa, tratando de recordar alguna cosa
que lo convenciera de que realmente estaba hablando con el software de William Kaley. ¡El Contrato
Schattner!— ¿Recuerdas la operación Schattner, Bill?

—¡Lo recuerdo! No me digas que el SEC finalmente lo averiguó.

—No, no. Yo pude chequearlo. ¿Recuerdas la noche antes de que Schattner se suicidara y tú y yo nos
hicimos con doce millones de dólares? ¿Recuerdas adónde fuimos a cenar?

—Fuimos a McDonald's. La cuenta fue por doce dólares. Nos cagamos de risa. Puedo comer un millón