"La Rana Viajera" - читать интересную книгу автора (Camba_Julio)

marquйs de Riestra, padre espiritual de todos los polнticos gallegos,
aportaba a las obras sus maderas, sus ladrillos, su cemento y sus otros
materiales de construcciуn. Los pueblos, agradecidos, hacнan fiestas.
Los diputados salнan reelegidos, y todo el mundo estaba contento.

Al ver ahora todas estas carreteras, todas estas escuelas, todos estos
muelles y todas estas dбrsenas, yo tengo la sensaciуn de que alguien
estб de dнas y que los amigos y parientes le han llenado la casa de
objetos inъtiles y aparatosos. ЎVeinte escribanнas, una docena de
bastones, otra docena de paraguas, quince pitilleras, doscientos
cubiertos de plata Meneses!... ЎCon la falta que, a lo mejor, le hace al
festejado un gabбn de invierno o una mesa de despacho!...




III

LA GRACIA GALLEGA


Cuando un andaluz se pone a decir: «ЎVamoj, hombre! ЎMardita zea! ЎMijte
quej grande!», y todo el mundo le escucha con gran contentamiento, como
si dijera algo sumamente ingenioso, yo me abismo en amargas reflexiones.

--He ahн un hombre con gracia--me digo--. ЎY pensar--aсado--que si ese
hombre hubiese nacido en la provincia de Pontevedra no tendrнa gracia
ninguna!...

A un pontevedrйs, en efecto, le es mucho mбs difнcil caer en gracia que
a un sevillano. Desde luego, como no se le ocurra nada mбs que decir:
«ЎVamos, hombre!» «ЎMaldita sea!» y «ЎMire usted que es grande!», el
pontevedrйs irб a un fracaso absoluto. El pontevedrйs no tiene gracia de
nacimiento. Las gentes le exigen una gracia de concepto, mientras que al
andaluz le basta con el acento. Si se le hubiese quitado el acento a las
obras de los hermanos Quintero, haciendo que sus personajes vocalizaran
todas las letras con arreglo a la prosodia oficial, los hermanos
Quintero no hubiesen entrado nunca en la Academia. ЎY dicen que la
Academia estб destinada a velar por la pureza del idioma!...

Indudablemente, los gallegos no tenemos pъblico. Frecuentemente, cuando
uno dice que es gallego, nota en el auditorio un deseo asн como de
contestarle:

--ЎHombre, no! Eso serб una aprensiуn de usted...

Conmigo nadie ha llegado a este extremo; pero a veces me han dicho:

--їGallego? Pues nadie lo creerнa. No se le nota a usted nada, їverdad?
(Dirigiйndose a los circunstantes.)