"Ampliación del campo De batalla" - читать интересную книгу автора (Houellebecq Michel)8Por lo general no veo a nadie los fines de semana. Me quedo en casa, ordeno poco; me deprimo amablemente. Sin embargo este sábado, entre las ocho y las once de la noche, tiene lugar un momento social. Voy a cenar con un amigo sacerdote a un restaurante mexicano. El restaurante es bueno; por ese lado no hay ningún problema. Pero mi amigo ¿sigue siendo mi amigo? Estudiamos juntos; teníamos veinte años. Gente muy joven. Ahora tenemos treinta. Cuando consiguió el titulo de ingeniero, él se metió en el seminario; se desvió del camino. Ahora es cura en Vitry. No es una parroquia fácil. Me como una torta de frijoles, y Jean-Pierre Buvet me habla de sexualidad. Según él, el interés que nuestra sociedad finge experimentar por el erotismo (a través de la publicidad, las revistas, los medios de comunicación en general) es totalmente ficticio. A la mayoría de la gente, en realidad, le aburre enseguida el tema; pero fingen lo contrario a causa de una estrafalaria hipocresía al revés. Llega al centro de su tesis. Nuestra civilización, dice, padece un agotamiento vital. En el siglo de Luis XIV, cuando el apetito por la vida era grande, la cultura oficial enfatizaba la negación de los placeres y de la carne; recordaba con insistencia que la vida mundana solo ofrece satisfacciones imperfectas, que la única fuente verdadera de felicidad esta en Dios. Un discurso así, firma, no se podría tolerar ahora. Necesitamos la aventura y el erotismo, porque necesitamos oírnos repetir que la vida es maravillosa y excitante, y esta claro que sobre esto tenemos ciertas dudas. Tengo la impresión de que me considera un símbolo pertinente de ese agotamiento vital. Nada de sexualidad, nada de ambición; en realidad, nada de distracciones tampoco. No se que contestarte; tengo la impresión de que todo el mundo es un poco así. Me considero un tipo normal. Bueno, puede que no exactamente, pero, ¿quién lo es exactamente? Digamos que soy normal al 80%. Por decir algo, observo que en nuestros días todo el mundo tiene forzosamente la impresión, en un momento u otro de su vida, de ser un fracasado. Ahí estamos de acuerdo. La conversación se estanca. Picoteo los fideos caramelizados. Me aconseja que encuentre a Dios, o que inicie un psicoanálisis; me sobresalta la comparación. Se interesa por mi caso, lo desarrolla; parece pensar que voy por mal camino. Estoy solo, demasiado solo; según él, no es natural. Tomamos una copa; él enseña sus cartas. En su opinión, Jesús es la solución; la fuente de vida. De una vida rica y plena. “¡Tienes que aceptar tu naturaleza divina…!”, repite él, en voz mas baja. Le prometo que haré un esfuerzo. Añado algunas frases, intento restablecer algún tipo de acuerdo. Después del café, y cada cual a su casa. Finalmente, la velada ha estado bien. |
||
|