"Rudy Rucker - Soft death" - читать интересную книгу автора (Rucker Rudy)

Se abrazaron y besaron largamente. Leckech se maravilló de haber podido pensar que sus palabras eran
más importantes que la misma Abby real, que su cuerpo real con sus curvas reales y su dulce, real
fragancia. Y, más real aún que todo eso, su aura, la telepatía matrimonial que compartían, la preciosa,
inexpresable comprensión de dos personas enamoradas.

—¿Doug?

—¿Si, cariño?

—¿Qué has estado haciendo realmente? ¿Qué era lo que estabas hablándole siempre a la cajita? Sé que
no se limitaba a registrar lo que le decías; he oído que te respondía. Y hay algo más. Hoy fui al banco y
descubrí que la mitad de nuestro dinero ha desaparecido. El cajero me informó que un grupo llamado
Soft Death tenía un documento por el cual podían cobrar la mitad de nuestro dinero. ¿Qué es Soft
Death, Doug? —La voz de Abby vibró y se quebró—. ¿Es otra mujer con quien has estado hablando?
No te lo reprocharía, Doug, cuando te queda tan poco tiempo, pero ¿por qué no permites que yo
también te ayude?

El corazón de Leckech se dilató como si fuera a estallar. Después de todos los malos pensamientos que
había tenido sobre Abby en el pasado... ella realmente lo quería. Lo quería más que nadie. Sin embargo,
aún no podía hablarle. Era Soft Death o nada, ¿no? No existía la inmortalidad fuera de su máquina.

—Soft Death es... una especie de albergue, un hogar para enfermos terminales. Firmé un contrato para
poder ir allí cuando el cáncer se ponga realmente mal. Supongo que tendré que ir muy pronto. Escupí
sangre en el taxi, Abby. Y estoy sufriendo mucho.

—Pero... la mitad de nuestro dinero, Doug.

—Me presionaron, Abby. Y no es exactamente un albergue. No quiero decirte más, podrías arruinarlo.
Siempre nos hemos contado el uno al otro nuestros secretos, ¿no es cierto? —El dolor del estómago
estaba golpeando como se golpea un timbal.

—Oh, Doug, sospechabas tanto de mi. No tiene que haber ningún secreto, querido. Te angustias tanto
sólo porque eres más viejo que yo. Eres todo lo que yo...
Algo colapsó en las entrañas de Leckesh. Se inclinó hacia adelante, sus rodillas flaquearon y vomitó
sangre. El sensor del reloj-pulsera de Lo envió una señal a la ambulancia de Soft Death para que
transportara a Leckesh desde su hogar.



El funeral fue dos días más tarde. El único que estuvo junto a Abby para recibir las condolencias fue
Irwin Garden, con sus pantalones holgados y su mente turbada. Contra las protestas de Abby, la
acompañó de regreso a su departamento.

—Le prometí a Doug que no te volvería a ver —dijo Abby paseando distraídamente de un lado a otro
de la sala ricamente decorada. Se detuvo junto a la ventana y giró para observar el rostro calmo de
Garden. Sus cejas se arquearon al mirar por encima de los anteojos. Abby trató de poner en orden sus
pensamientos—. Doug me perdonará. Él y yo aún tenemos que decirnos muchas cosas. Me necesita,
Irwin, lo siento. ¿Puedes ayudarme a ponerme en contacto con él?

—Trataré.