"La Rana Viajera" - читать интересную книгу автора (Camba_Julio)

tafilete, ha debido oscilar alrededor de las veinticinco pesetas. Estas
botas no han llevado nunca tapas ni medias suelas; conservan todos sus
botones, y, probablemente, son unas botas reciйn estrenadas. En cuanto
a la chistera, de mбrmol, como hemos dicho, es maciza, y seguramente no
pesa menos de treinta kilos. їCуmo se las arreglarнa el poeta, ya
anciano y sin fuerzas, para saludar con un instrumento tan pesado?

No se indigne el autor del monumento por estos cбlculos que yo hago
sobre la densidad de la chistera campoamorina. O somos realistas, o no
lo somos. Uno no puede, a voluntad del artista, fijar su atenciуn en
tales detalles y apartarla de tales otros. El autor parece haber puesto
un gran interйs en hacernos observar que las botas del poeta tienen seis
botones cada una. їCуmo podrб luego pasarnos inadvertido el peso de
aquella chistera tan ostensible? Y ademбs, їquй hace allн aquella
chistera, ya que el poeta estб descubierto?

Si la escultura representa la eternidad, puede decirse que D. Ramуn de
Campoamor ha entrado en ella como si no fuera a permanecer mбs que unos
breves instantes. Ha entrado de paso en la eternidad, con unas botas de
cartera, y ha dejado al alcance de la mano, para cuando llegue el
momento de retirarse, su chistera de mбrmol y sus guantes del mismo
material. A mн me da la idea de que ha ido en tranvнa y de que estб allн
un poco azorado, como en una visita de cumplido. Sus personajes--la
anciana de la cofia, la niсa que tiene el pecho de cristal, etc.--le
rodean, y segъn decнa la admiradora desconocida, parece que estбn
hablando. Parece que estбn hablando y hablando en prosa, y esto es lo
malo, porque en escultura no se debe hablar. Parecen, en fin, un grupo
fotogrбfico de escultura _Kodak_.

Algunas veces yo habнa acariciado el propуsito de ser un grande hombre,
como tantos otros; pero ahora he resuelto renunciar definitivamente a
semejante idea. Mientras la inmortalidad sea una cosa tan parecida a la
vida corriente, y mientras en ella deba uno preocuparse tambiйn del
almidonado de la tirilla, no creo que valga la pena ser inmortal.




XVI

UN ADMIRADOR


Parece que hay escritores a quienes el pъblico anima dirigiйndoles, con
mбs o menos frecuencia, cartas de aprobaciуn. Conmigo, sin embargo, este
caso se da muy raramente, y si yo me hago la ilusiуn de ser leнdo por
alguien, es, tan sуlo, gracias a ciertas almas piadosas que de vez en
cuando me envнan misivas insultantes a propуsito de mis artнculos. Yo
enseсo estas misivas y consolido con ellas, ante las Empresas, mi
posiciуn y mi prestigio.